Guacha

Guacha

En una de esas, fue porque no pudiste borrarte tu mar natal, o porque te resististe a abandonar los días del monte ecuatoriano. Creíste que el mundo era un patio, con palos, conejos y golosinas para comer una vez por día. No aprendiste, te lo dije, te lo dijo el Mono, pero no aprendiste como se ordenan los autos, las manzanas cuadradas, como son cuadradas las casas, las ventanas, los canastos, los canteros. Puede que hayas percibido una mueca de duda, una falta de convicción en nuestro tono cuando te decíamos que las cosas son así, y bueno que va a ser; y no, no nos creíste.
En una de esas presentías tu destino, y fue por eso que te empeñaste a que pasemos todo el tiempo juntas, sin importar horarios, ni pelos en el colchón. Ahora, tu ausencia se viste de los rastros que dejaste, se viste de tobillos mordidos, de los planes de río, y se pasea así por la cocina y me veo ridícula mirándola incrédula, pensando que fue mentira y que volviste. Tu ausencia se convirtió en un hueco gris que me sigue por todas partes, y en cualquier momento me asalta queriendo entrar en mí, al menos en mi cabeza para empezar. Y yo quiero que lo consiga, lo intento, le ayudo. Pero lo único que logro es que me quede la cara mojada y tenga que explicar que no importa que eras un perro y yo un humano.
A veces no hace falta hablar para caerse bien. Hay abrazos que suceden en un instante susurrado en el tiempo, y se extiende sin agotarse. Te vi, y sé que me viste. Lo supe ese día en que fui bajorrelieve y vos seguías sabiéndome aunque de pronto fuese burbuja, supiste que la cara no estaba mojada porque sí, que era yo misma deslizándome por el cuerpo-continente. Y por eso te quisiste tomar esa agua, porque en una de esas así se evitaba lo que ya sabias, eso que no vamos a decir porque me pone mal.
Estoy segura de que sabés de lo que te hablo, que el hueco gris me hace pensar en qué pieza debería haber corrido para que no pase eso, lo que no vamos a decir. Y le doy vueltas, pero no, no te corriste. Justo cuando estaba pensando que la peli la dirigía yo, me vengo a dar cuenta de que  así como extender la vida hasta sus bordes tiene cascadas frías y escondidas, tiene también fronteras que se mueven, y finalmente no podemos rescatarnos de lo inevitable. Lo supe cuando te vi irte, cuando tu cuerpo-continente ya no te contuvo y por algún lugar te escapaste aunque te dije que no, que no. Lo que vino después, las flores y el pozo, fue sólo en nacimiento de tu ausencia al que ni te dignaste a asistir.
Nos quedamos con el Mono escuchando la canción del Flaco, la que habla de los días de la vida mientras el hueco nos miraba testarudo y maléfico, pero no nos entraba en la cabeza. Te prendimos una vela porque sos negrita y por ahí no te ven y te pisan, y porque seguramente donde fuiste hay momentos en los que te vendría bien una luz naranja. Me pregunto si cuando seas en otro lado vas a buscarnos, si vale llevarse algo cuando uno se va. Espero que si te llevaste algo de nosotros, te sirva de amuleto para que entonces por fin encuentres los campos eternos de sol y Cumbia.

Deja un comentario